28.9.05

22._ Redimible

Una persona tiene, pues, una doble condición:
Por una parte, en cuanto pertenece al proceso creativo de la naturaleza, es una "criatura", un espécimen, una instancia de su especie, de la Vida, de la Naturaleza; un fenómeno significativo pero minúsculo y transitorio, cuya significación proviene de su infinitesimal participación en la evolución cósmica hacia Dios. Sin embargo, esta primera condición es incompleta y trágica, porque el individuo anhela irremediablemente a Dios; aspira a la eternidad, al bien, a la belleza, a la verdad completos, y es consciente de que le son inalcanzables porque es ínfimo y efímero; se siente un "proyecto fracasado" y una "víctima del proceso".

Pero, por otra parte, en cuanto es objeto del plan de salvación de Dios, es un "redimible"; un ser cuya significación no se agota ya en su vida temporal, sino que está llamado a perdurar para la eternidad, que será resucitado por Dios para vivir por siempre incorporándose a Él.
Desde el punto de vista de la "criatura", Dios está en un remoto futuro, en un nivel supremo e inaccesible. Desde el punto de vista del "redimible", Dios ha venido a su nivel, ha aparecido en su presente, se ha manifestado en su pasado, y le espera en su futuro.
El proceso creativo deviene desde el comienzo, desde el "alfa", hacia Dios; desde el pasado al futuro, pasando por el exiguo "presente" de la criatura.
El proceso de la salvación viene de Dios, desde el fin, desde la "omega", hacia las personas, hacia su historia; desde el futuro a momentos concretos del pasado y del presente de las criaturas.

Hay entonces una especie de bucle en el tiempo: para un individuo, Dios está en el futuro del Universo, en cuanto criatura, pero, en cuanto "redimible", se ha manifestado en el pasado, se comunica con su presente, y le espera en su futuro personal, que ya no termina con la muerte.