28.9.05

21._ Respeto

Pero, ¿cómo puede salvarnos sin aniquilarnos? Si su voluntad se nos impone, la nuestra queda anulada. Creemos, al contrario, que Dios, para salvarnos, se propone respetar nuestra personalidad, preservar nuestra voluntad.
Sabemos que nos expresamos torpemente pues hablamos sólo por intuición y analogía, pero pensamos que Dios no quiere imponérsenos avasalladoramente, sino que busca dialogar con nosotros, llamarnos, convencernos, seducirnos suavemente, de tú a tú, para que aceptemos libremente su regalo de salvación.

No quiere ser un dominador, un monarca que exige sumisión y acatamiento, sino un padre --o madre-- amoroso que ofrece comprensión, perdón, consuelo y felicidad, a nosotros, a todos nosotros, sus antepasados/hijos ínfimos y efímeros.

Desde luego, Dios está a otro nivel. Para buscarnos y dialogar con nosotros tiene que "bajar" al nuestro.
Él, que está en nuestro futuro, tiene que aparecer en nuestro tiempo, en nuestra historia. Él, que es el emergente por antonomasia, tiene que presentarse como uno de nosotros, y no sólo en apariencia sino en autenticidad, solidariamente.

Claro que todo esto es tan extraordinario que no se nos podría haber ocurrido si no formara parte del mensaje que hemos recibido. No obstante, así como lo hemos oído, ahora lo reconocemos como plenamente coherente con nuestro (modesto) punto de vista.